La comunicación como intercambio de conceptos que afectan determinado medio, gira alrededor de ciertos elementos que la caracterizan y disponen a cumplir su objetivo:
Que un mensaje originado en el punto A llegue a otro punto determinado B, descripción invadida por lo técnico del asunto en análisis.
Que un mensaje originado en el punto A llegue a otro punto determinado B, descripción invadida por lo técnico del asunto en análisis.
El hombre en su condición de ser social por naturaleza y racional por carácter evolutivo, acoge todo un conjunto de signos, palabras, movimientos y objetos que utiliza para comunicar a su medio lo que desea, siente y piensa. Desde la antigüedad socrates dedujo que el ser humano puede dar una respuesta racional a cualquier pregunta racional y que además todo el hecho de razonar lo situaba en un contexto social que le permitía establecer, opinar, rechazar y de la manera más sutil posible entretejer un mundo de palabras.
La naturaleza humana es la virtud, entendida como el saber actuar bien. Por lo cual el hombre ilumina a la naturaleza con la luz del entendimiento y puede dirigir conscientemente toda su vida y sus actividades. Esa misma cualidad connatural de selección que poseemos nos lleva a comunicar solo lo que queremos y a hacerlo, no del todo, necesariamente con el medio y las personas que deseamos. El hombre por su “autonomía y libertad” acoge aparte de un lenguaje universal uno particular para comunicarse con los suyos y esto lo considera transcendental por los lazos afectivos que crea y determina.
Simplemente en algunos momentos no queremos ser entendidos, en otros solo un poco, en unos cuantos deseamos la comprensión del amigo y en otros el reconocimiento y escucha de una colectividad.